Djavan – Ária (2010)
¿Te gusta la bossa nova? Si, pues entonces
no lo dudes, acepta un consejo y apunta este disco de Djavan, titulado Ária, entre tus futuras
preferencias. Corre, búscalo, y hazte con él. No te defraudará.
Es una auténtica gozada que no dejo de degustar con una atolondrada
adicción en los últimos tiempos. Un sensual destello de
elegancia melódica, en el que no dejan de embaucarme su aparente
sencillez y el encanto con el que fluyen esa delicadas y hermosas
melodías de tonos perezosos y cierto sabor agridulce, que lo
pueblan, y que acaban conformando un atractivo
collage de bossa nova y samba, desprovisto de todo
artificio sonoro.
Porque en Ária, Djavan realiza un reconfortante viaje hacia los orígenes de estos seductores sonidos, en el que la bossa y la samba muestran su vertiente más íntima y emotiva, gracias a esa sugerente desnudez sonora tan típica de sus inicios, protagonizada por envolventes acordes de guitarra, sinuosas melodías, suaves percusiones y voces más o menos susurradas. Un sonido directo y sencillo, que agiganta el poder adictivo de sus melodías y que engancha y emociona desde la primera escucha.
Un sonido deudor de aquellos discos con los que Luiz Bonfá, Joao Gilberto y Paulinho Nogueira, entre otros, comenzaron a perfilar la bossa nova, y al que Djavan rinde un elocuente homenaje en este fantástico disco. Algo que resulta cuando menos curioso, ya que aunque la carrera de este laureado compositor brasileño discurre desde 1975 hasta nuestros días, por lo que he podido oír de sus extensa discografía, la bossa y la samba no han sido precisamente las grandes protagonistas de sus discos, si exceptuamos quizás su excelente debut, A voz e o violao. Razón ésta, por la que casi me atrevería a considerar Ária como una maravillosa rareza dentro de su discografía, en la que nuestro protagonista se permite el capricho de interpretar con toda la emoción e intensidad algunas pequeñas gemas ocultas de la música brasileña junto a algún que otro inolvidable estándar, que a él le tocaron la fibra en su día y que hoy gracias a él ya forman parte destacada de nuestra discografía particular.
Temas como esa sensual bossanova que abre el disco con la
firma de Cartola e Dalmo Castello, titulada
Disfarça e Chora, o ese
quejumbroso bolero, Sabes Mentir, que lleva la firma de un compositor
brasileño de los 50 llamado Othon
Russo, o esa otra irresistible y seductora samba titulada Apoteose
ao Samba fechada en los 50 y firmada por unos desconocidos, al menos
para mi, Silas de Oliveira y Mano Décio. Al igual que ése otro irresistible
clásico de la bossa de Jobim y Vinicius de Moraes titulado Brigas
Nunca Mais, o esa deliciosa adaptación en clave bossa, de Romeo Nunes,
del estándar de Wayne Shanklin, Nada a nos separar, o aquella
delicia de tono lastimoso que se titula Valsa Brasileira, que firman
Edu Lobo y Chico Buarte y data del 88.
Y así podríamos seguir uno por uno hasta completar los 12 temas de
este fantástico Ária que abraza con total desparpajo y convicción
la esencia de la bossanova y la samba brasileñas, y que sin embargo
finaliza sin ningún pudor con un inesperado y pegajoso toque
jamaicano de la mano de esa versión que Djavan nos entrega de aquel
tema del 1981 de Gilberto Gil titulado Palco. Una sorpresa final para un disco que sin duda se
ha convertido en una referencia obligada en Sensaciones Sonoras.
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