THE SONICS - Here are the Sonics (1965)
Here are the Sonics es uno de esos clásicos imperecederos que uno no ha de perderse. ¿La quintaesencia del garage punk de mediados de los 60? Quizás, no lo sé, pero lo que si os puedo asegurar es que este demoledor disco de The Sonics conjuga como pocos la vitalidad festiva de los 60, con la arrogancia lasciva y salvaje del mejor R&B negro. Y es que este disco es un desmadrado compendio de melodía y violencia sonora que revolverá con entusiasmo cada una de tus neuronas, para sumergirte en un estado de excitación vital desenfrenada, que te permitirá alejarte sin remisión de los asuntos cotidianos.
¿Que tu chica te ha dejado? ¿Qué tu equipo ha perdido? No importa, no te preocupes. Sólo has de probar una pequeña dosis de este Here are the Sonics para salir del trance y recuperar ese ánimo, que irremediablemente comenzaba a languidecer. Insisto, este disco es una auténtica bomba sonora que te hará bailar, cantar y berrerar mientras el cuerpo aguante.
Y los autores de semejante antidepresivo sonoro, no son otros que The Sonics, cinco muchachotes provenientes del noroeste americano, más concretamente de Tacoma, que en 1964 decidieron dar rienda suelta a sus inquietudes musicales, trufadas de rock & roll, rhythm & blues y soul. Gerry Roslie (órgano piano y voz), Andy Paripa (bajo, voz), Larry Parypa (guitarra), Rob Lind (saxo) y Bob Bennet (batería), juntaron sus fuerzas bajo el nombre de The Sonics creando ese característico, estruendoso, anfetamínico y salvaje sonido que les ha otorgado un rincón estelar dentro de la historia de la música pop.
Here are the sonics podría ser perfectamente la obra maestra del hermano bastardo de James Brown y Little Richard, encerrado en un garage y conmocionado por el éxito de los Beatles y todos sus colegas británicos de la época. Un disco de coros, voces y gritos desmadrados, a cargo de un espléndido Gery Roslie; de poderososas y afiladas guitarras que puntualizan la energía sonora de cada momento; de penetrantes y corrosivos saxos, de pianos desbocados y de una atronadora y explosiva batería golpeada con violencia por Bob Bennet , que no nos da ni un solo respiro a lo largo de todo el disco.
Un disco publicado por el sello Etiquete en 1965, producido por Buck Ormsby bajista de otro de los grandes combos del garage americano, como son los Wailers, y donde se encuentran anfetamínicas demostraciones del talento compositor de la banda como los atronadores, vitamínicos y clásicos entre los clásicos, Psycho, y The Witch, el espectacular Boss Hoss donde la impetuosidad sonora del tema se ve soportada por una explosiva batería, un tórrido, persistente y desmadrado saxo, acompañado de un desbocado piano y la siempre desgarrada interpretación vocal de Roslie, repleta de salvajes gritos. Gritos, desmadre y desenfreno musical que se repiten en otro de los grandes clásicos de la banda incluidos en este disco, el misterioso y demoledor Strychnine, con esa despiadada guitarra, reverberada al máximo y esos enloquecedores saxo y piano. Temas propios que se ven acompañados de espectaculares y explosivas versiones de clásicos del R&B negro como Do you love me, Dirty Robber, Night Time is the right time, y Have Love will travel, que en la versión de los Sonics adquieren una suciedad garagera, fuerza y desgarro tales que parecen formar parte de su propio repertorio.
Descubrí este disco en mitad de los 80, cuando el garage de los 60 pareció aflorar definitivamente a la superficie como un género digno y respetado, y os aseguro que recuerdo perfectamente la estupefacción que me generó este disco. Nunca imaginé que un disco de la primera mitad de los 60, pudiera sonar tan brutal como éste, y además manteniendo todo el trasfondo melódico y vital de aquella época. En el mismo 1965 editaron un segundo disco titulado Boom, algo menos brutal, pero igualmente imprescindible del que seguramete hablarenmos otro día.
Publicado el 22/10/2006 en Sensaciones Sonoras en La Coctelera
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