COLEMAN HAWKINS – Desafinado (1962) / Un exquisito bocado de bossa nova y jazz samba
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Desafinado saldría meses después
de aquel delicioso Jazz samba de Stan Getz y Charlie Byrd, que
abriría la veda a la incursión de los jazzmen americanos en la
bossa nova, y con el que difiere en su ritmo y cadencia, a pesar de compartir algunos clásicos
como Desafinado, One note samba y O pato. Su ritmo es algo
más sosegado, aunque su sonido y arreglos son más descarnados, gracias a la cálida
gravedad del saxo de Coleman Hawkins, que en ocasiones coquetea con el groove,
y a ese pegajoso ritmo latino que le dan la percusión de Willie
Rodriguez y las claves de Tommy Flanagan. Y todo ello, sin olvidarnos
de ese peculiar par de guitarras de Barry Galbraith y Howard Collins,
que parecen modelar a su antojo esas envolventes melodías y el sinuoso ritmo de unos temas delisiosamente matizados por el
saxo de Hawkins.
Algo que convierte a Desafinado en un disco suave y envolvente, de preciosas melodías, donde la bossa nova y el jazz samba resplandecen con una rotunda elegancia, hasta en las sorprendentes y deliciosas adaptaciones, que en clave de bossa, Hawkins hace de los clásicos I'm Looking Over a Four Leaf Clover, original de 1927, y I remenber you, fechado en 1941. Dos temas, que sin duda, parecen producidos en algún tugurio cercano a la emblemática playa de Ipanema. Comentario que también podríamos aplicar a las sinuosas y sensuales Samba bean, escrita por el saxofonista y arreglista del disco, Manny Albamn, y Stumpy Bossa Nova escrita por Hawkins para este disco. Temas, todos ellos, imbuidos por ese especial áurea que tiene la bossanova, y que dan el contrapunto ideal a un equilibrado reportorio, que se completa con temas de auténtico origen carioca como los ya citados Desafinado y One note samba, de Jobim, Un Abraco No Bonfa de Joao Gilberto y O pato de Jayme Silva y Neuza Teixeira.
Un disco adictivo y embaucaudor,
sensual y nostálgico, publicado por el sello Impulse en 1962,
indispensable para todo aquel que quiera acercarse a estos sonidos, y caracterizado por una poderosa conjunción de jazz samba y bossa, algo más intensa y
primitiva, que la que surge de los otros grandes clásicos que por
aquella época nos dejaron Stan Getz, Cannonball Adderley, HerbieMann y Quincy Jones. Un matiz, que sin embargo no oculta esa
melancólica y característica “saudade”, que sigue ahí, presente
en cada uno de los surcos del disco.
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