THE PALE FOUNTAINS - Pop británico de los 80

Hoy vamos a hacer en Sensaciones Sonoras una incursión en la década de los 80, de la mano de The Pale Fountains, uno de aquellos grupos británicos que reivindicaron la sencillez del pop de guitarras de toda la vida, en un momento plagado de sintetizadores, nuevos románticos y música de baile desprovista de alma.

Sí, la primera mitad de los años 80 (sobre todo a partir del 82), no fue en las islas británicas el momento más propicio para el sonido de las clásicas canciones pop, hechas con guitarras y bonitas melodías. Las emisoras estaban plagadas de sonidos sintetizados y música de baile realizada por peluconas o pelucones indescriptibles, y era muy difícil escuchar en cualquier sitio esas maravillosas cancioncillas de tres minutos, llenas de vitalidad y de adherentes estribillos, generadas alrededor de unos cuantos acordes de guitarra, que habían sido los protagonistas del final de la década de los 70, a raíz de la explosión del punk y la new wave.


Y en este entorno hostil, y quizás como respuesta a ello, empezaron a surgir de nuevo grupos que reivindicaban ese pop de toda la vida, esa melodías simples pero certeras que devolvían la pulsión más directa y emotiva a la música del momento. Entonces surgieron entre otros, grupos como Aztec Camera, Lloyd Cole & The Commotions, Big Country, The Alarm, Blue Bells, The Smiths, The Monochrome Set, y los protagonistas de hoy The Pale Fountains.

The Pale Fountains se formaron en Liverpool allá por 1983, alrededor de la figura de Michael Head, compositor, guitarrista y cantante del grupo, y auténtico geniecillo de la música de aquel momento, capaz de realizar auténticas joyas de exquisito pop, de un alto contenido melódico y emotivo.


Sus canciones, ya sean vibrantes o intimistas, se caracterizan por un ligero trasfondo melancólico, casi nostálgico, que te envuelve con sus acertadas melodías, llenas de certeros estribillos, y cuidados arreglos, donde tienen cabida, tanto bellos teclados, como épicas trompetas y misteriosos cellos, que acompañan y dan soporte a la cálida voz de Michael Head, capaz de susurrar y acariciar las palabras en los momentos tiernos y de explotar en intensidad y desgarro en los momentos más enérgicos. Canciones que cabalgan suntuosamente entre las influencias reconocidas de su creador y que no son otras que la majestuosidad del pop atemporal de las composiciones de Burt Bucharach, las elegantes melodías con alma soul de Love y la dulzura de la bossa nova de Sergio Mendes. Un cóctel tremendamente embaucador capaz de despertar todo tipo de sensaciones.

Toda este excelente tratado sonoro, lamentablemente sólo lo podremos degustar a lo largo y ancho de los únicos dos discos que la banda nos dejó, el delicado, lírico y sugerente Pacific Street (1984) y el más guitarrero y épico From Accross the Kitchen Table (1985). Pacific Street, su LP de debut, contiene un mayor abanico sonoro: canciones vibrantes e incluso rabiosas en las que las guitarras se entrecruzan con vientos souleros en animados himnos como Reach o You’ll start a war; delicados lamentos a medio tiempo donde el diálogo entre las guitarras y los vientos tienen su contrapunto en un inesperado cello, como en la fantástica Something on my mind , momentos mas bucólicos e introspectivos como Faithfull Pilllow, y Natural donde una juguetona flauta modela la melodías muy al estilo de Arthur Lee y sus Love e inmensos ejercicios de pop atemporal y exuberante en matices como Palm of my mind (uno de sus casi éxitos), Abergele Next Time y Crazier.

From across the kitchen table, sin embargo, es un disco menos lírico, menos intimista y con menos detalles en los arreglos. Es un disco más compacto y guitarrero, más ácido y épico, tal y como se aprecia desde el inicio con Shelter y Stole of Love, dos canciones que muestran perfectamente el camino por el que discurrirá el disco, desgarradas melodías rebosantes de guitarras con un Michael Head completamente desatado y épico.  Un disco, que a pesar de todo, también tiene sus momentos más pop como el flamante single Jean’s not happening, que arranca con esa guitarra delirante, que parece sacada del Revolver de los Beatles y que desemboca en una perfecta y arrebatada melodía pop, de las que te ponen el vello de punta, al igual que ocurre con la preciosa These Are the things o en el tema más suave y delicado del disco, Hey, que rebosa sensibilidad bien entendida, por todos los lados . Tres canciones que reflejan con claridad la facilidad con la Michael Head era capaz de generar perfectas píldoras del mejor pop británico.

No tuvieron mucho éxito, y a los dos años se acabó su aventura, pero estos dos discos que nos dejaron, creo que están entre los mejores discos, que vieron la luz en esos años donde la palabra indie empezaba a fraguarse.



Publicado el  19/12/2005 en Sensaciones Sonoras en La Coctelera

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